huérfanos, no supieron dónde
ir.
La noche me dijo que los vio
siendo sangre en un rincón.
He gritado tanto que mi
garganta se secó.
Mis gritos fueron abandonados
con los ojos abiertos,
embarrados,
pero la noche fue quién los
perdió.
He gritado tanto que no sé
dónde dejé la voz.
Mis gritos decidieron ser
la carne oscura, latente,
pero el cuerpo de la noche se
pudrió.
He gritado tanto tantas
noches que ya no sé
si soy grito o noche o qué
soy.
1 comentario:
Muy bueno!!!
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