las amapolas hacia mi almohada;
por un momento la lluvia
acercará un resto de amapolas
rojas a mi almohada.
Entonces descansaré sobre
su delicadeza efímera,
me extraviaré entre su recóndita
risa y recorreré las
galerías de su aroma.
Me sumergiré a la profunda seda;
y cuando me haya subordinado
al instante de sus pétalos,
será entonces cuando emigren
las amapolas risueñas,
las ausentes risueñas.
Juan Pablo Svaluto Marchi
1 comentario:
Muy bueno viejo.
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