miércoles, 9 de marzo de 2016

La Rodrigo Bueno

Un largo camino al cielo

Me subo al 152 atrás de unas señoras
que son maltratadas
por el chofer.
Le digo hasta Retiro, por favor.
Pago el boleto y le agradezco,
pero no me contesta,
ni gira la cabeza.

En la siguiente parada suben dos pibes.
Uno de ellos pasa sin pagar
porque espera que el amigo le pague.
El chofer, desconfiado hasta la miseria,
lo acusa de no pagar el boleto.
El pibe le hace ademanes
de que el amigo le está pagando.

Mirá, gil, ¿no ves?,
parece pensar,
mientras levanta la mirada
del celular.

Llego a Retiro.
Me bajo del colectivo
y agarro para el lado equivocado.
Me perdí, pienso.
Pido indicaciones por whatsapp,
camino mucho.

Atravieso un barrio hermoso
entre los diques de un brazo
del Río de La Plata.
Autos lujosos,
embellecimiento de las calles,
edificios en armonía estética,
tiendas de serie yankee,
hermoso lugar para vivir
luego de ser político.
No se parece a nada que haya visto
en Argentina,
pero está en Argentina.

Ahí le pregunto a un chabón
que pasa caminando
si sabe dónde queda Costanera,
pero me niega la respuesta
con el dedo,
sin mirarme,
como si le fuera a vender algo,
y sigue su camino.

Llego a destino,
donde me están esperando.

Entro en la Rodrigo Bueno.
En la entrada hay uno o dos patrulleros
con sus luces iluminando
en la completa oscuridad.

Me convocaron para dar Comunicación II
en un bachillerato popular
que funciona en un pequeño cuartito
sin revocar
y que tiene dos aulas.
Una de ellas en el sótano,
ahí abajo,
oculta,
donde no se ve.

Por ser la primera vez que vengo,
entro acompañado por uno de los pibes
que me convocaron.
Otros pibes, los vecinos del barrio,
que están charlando
en uno de los pulmones
que se abre entre las casas,
no me conocen, ni yo a ellos,
pero me saludan.

Es la primera vez en el poema
que me hacen sentir visible.

También me saluda el carnicero,
mientras limpia el mostrador
que hace brillar con una luz
más transparente
y más intensa
que la de los patrulleros.
Mostrador limpito, honesto, solidario,
lleno de alimento
que refleja vida,
en medio de su carnicería
sin revocar.

Juan Pablo Svaluto Marchi


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