martes, 3 de julio de 2012

Un encuentro borrascoso


La lluvia caía inescrupulosamente a través del ventanal contra el que se estrellaban las gotas desmembrándose en millones de partículas. Era la hora de la siesta, pero esta vez estaba decidido a corromper las reglas, así que imaginé la fisonomía de un subversivo y abrí la puerta. Extendí la mano desde el desnivel donde terminaba el zaguán y comenzaba el jardín delantero y pude comprobar con la punta de los dedos que apenas lloviznaba. Pegué un salto y caí tambaleándome en el patio. No recuerdo exactamente los años que corrían, pero sé que no era ni muy grande ni muy chico, por ahí más chico que grande. Recorrí minuciosamente la desamparada entrada de la casa en búsqueda de algún artrópodo: me subí a los canteros, a la terraza, examiné cada resquicio de la pared resquebrajada por el paso del tiempo; y lo único que encontré fue a la muerte boquiabierta, lóbrega, empapada por la lluvia.

Juan Pablo Svaluto Marchi


No hay comentarios: