Ya no podes decirme
quién soy en el espejo,
ni podes borrar
mi cara en el barro.
Ya no podes repudiar
mi equidistancia,
ni perderte en
mi laberinto inquieto.
Ya no consisto.
Ya soy el agua alterable,
ya soy el cadáver de un árbol
sumergido en el fango empedrado.
Hice lo que pude,
pero no me quise escuchar.
Juan Pablo Svaluto Marchi
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