Yo soy como las raíces
del árbol que absorben
el agua ocultas;
también soy como las hojas
del árbol que absorben
al sol desnudas.
Soy como la sabia
del árbol que fluye
ardiente y profunda;
y soy como la
corteza del árbol que
grita doliente y muda.
Soy el árbol.
Soy su quietud urgente,
su expresión vacía,
su desgarrador silencio,
su agonía.
Juan Pablo Svaluto Marchi
lunes, 30 de julio de 2012
miércoles, 18 de julio de 2012
Manía
Mi manía es deshacerme
en tu cuerpo indecible, latente.
Hacer tu cuerpo.
Saber tu cuerpo.
Mi manía es sumergirme
en tu cuerpo profundo, caliente.
Oír tu cuerpo.
Abrir tu cuerpo.
Mi manía es aturdirme
entre el murmullo de tu cuerpo alborotado, indócil.
Habitar tu cuerpo.
Respirar tu cuerpo.
Mi manía es deshojar
tu cuerpo floreciente, festivo.
Sembrar tu cuerpo.
Arder tu cuerpo.
Juan Pablo Svaluto Marchi
lunes, 16 de julio de 2012
Confabulación abstracta
Me veo sentado,
apoyado sobre la mano
de un cuerpo helado,
como el aire que corre por fuera,
en el que arrojo mis sentimientos.
Culpable distancia de la lejanía de mi sombra.
¡Oh, distancia que me aleja
del resguardo de tu cuerpo entero
y me expone al ocaso helado
de una noche sin alba!
Y se hace interminable en el tiempo.
La noto complementarse
con las agujas del reloj,
como dos enemigos que
condicionan mi alma vacía de ti.
Me condicionan a la espera
de envolverme en tu cintura,
en tus cabellos y en tu sonrisa.
El tiempo es un corto sendero sin horizonte.
Ahora vuelvo a necesitarte,
y por acá las hojas son cada vez más secas.
Juan Pablo Svaluto Marchi
apoyado sobre la mano
de un cuerpo helado,
como el aire que corre por fuera,
en el que arrojo mis sentimientos.
Culpable distancia de la lejanía de mi sombra.
¡Oh, distancia que me aleja
del resguardo de tu cuerpo entero
y me expone al ocaso helado
de una noche sin alba!
Y se hace interminable en el tiempo.
La noto complementarse
con las agujas del reloj,
como dos enemigos que
condicionan mi alma vacía de ti.
Me condicionan a la espera
de envolverme en tu cintura,
en tus cabellos y en tu sonrisa.
El tiempo es un corto sendero sin horizonte.
Ahora vuelvo a necesitarte,
y por acá las hojas son cada vez más secas.
Juan Pablo Svaluto Marchi
jueves, 12 de julio de 2012
Inerte
Dentro de mí los naufragios
se hunden inertes como
la mirada de los edificios
también inertes.
El semblante de los transeúntes
me resulta inerte y en el aire
se desvanece un humo inerte.
El frío golpea seco e inerte
en mi piel color inerte;
y el recuerdo arremete inerte
en mi alma estropeadamente inerte.
Mis pasos dejan huellas inertes
en las esquinas violentamente inertes;
y las hojas se desvanecen inertes
en mi pecho ya inerte.
Inerte había dicho.
Nuestro amor era inerte.
Juan Pablo Svaluto Marchi
martes, 10 de julio de 2012
Lugar
Yo estuve en ese lugar,
vagando por mis pasillos huecos,
y me encontré desangrándome,
como nunca antes.
Yo estuve ahí,
escondido detrás de mis ojos,
desesperadamente imbécil,
sangrando por la garganta.
Yo estuve ahí,
rasguñando las paredes de tu resistencia brusca,
desgarrándome los dedos,
con la dignidad por el piso.
Yo estuve en ese lugar,
vagando por tus pasillos huecos,
y me encontré desangrándome,
como nunca antes.
Juan Pablo Svaluto Marchi
martes, 3 de julio de 2012
Un encuentro borrascoso
La lluvia caía
inescrupulosamente a través del ventanal contra el que se estrellaban las gotas
desmembrándose en millones de partículas. Era la hora de la siesta, pero esta
vez estaba decidido a corromper las reglas, así que imaginé la fisonomía de
un subversivo y abrí la puerta. Extendí la mano desde el desnivel donde
terminaba el zaguán y comenzaba el jardín delantero y pude comprobar
con la punta de los dedos que apenas lloviznaba. Pegué un salto y caí
tambaleándome en el patio. No recuerdo exactamente los años que corrían, pero
sé que no era ni muy grande ni muy chico, por ahí más chico que grande. Recorrí
minuciosamente la desamparada entrada de la casa en búsqueda de algún
artrópodo: me subí a los canteros, a la terraza, examiné cada resquicio de la
pared resquebrajada por el paso del tiempo; y lo único que encontré fue a la
muerte boquiabierta, lóbrega, empapada por la lluvia.
Juan Pablo Svaluto Marchi
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