Levantarse
a las 3.
Tomar
el vuelo de las 5.
Llegar
a las 7.
Siesta.
Comer.
Volver
a la siesta.
Volver
a comer.
Pasear
por la ciudad.
Hacer
tiempo hasta el partido.
Encontrarse
a otros como vos.
A
otros hinchas.
A
otros hinchas como vos.
Que
van a alentar a su equipo.
A
pesar de lo que les digan.
Que
vamos a perder por goleada.
Que
estamos todos en pedo.
Que
estamos todos locos.
Cantitos
en el bar.
Asustan
a la gente de la ciudad.
Hasta
que se hace la hora.
En
camino al estadio
charla
simpática con el tachero.
Tras
el cacheo pasado
entramos
todos los locos.
Todos
los locos juntos.
Dos
mil locos cantando.
Dos
mil personas desquitándose.
Ataca
el equipo.
Los
locos responden con cantitos.
Cantitos
más parecidos a gritos.
Gritos
eufóricos.
Los
locos se ponen nerviosos.
Nerviosos
cuando el rival ataca.
Gol
del rival.
Los
locos amargados.
No
paran de cantar.
Gol
de nuestro equipo.
Todos
los locos abrazándose.
Abrazándose
con sus seres queridos.
Mezclando
emoción y desesperación.
El
empate sigue.
Momento
de definición.
Locos
rezando.
Rezando.
Como
creyente con el rosario.
Rezando.
Penales
convertidos.
Penales
errados.
Penales
atajados.
Perdimos.
Perdieron
los locos.
Se
acercan los jugadores a la popular.
Y
los locos se pelean.
Se
cuelgan de los alambrados
por
una camiseta.
Como
un símbolo de agradecimiento,
los
locos están cantando,
al
canto de Soy de Atlanta.
¿Qué
hace grande a un club?
¿Sus
títulos?
¿Su
cancha?
¿Sus
jugadores?
Para
mí
lo
que hace grande a un club
es
su hinchada.
Un
hincha es ese que siempre está.
El
que se pone feliz,
el
que se pone triste,
depende
el resultado.
El
que defiende a su club.
A
pesar de cuestionamientos o hechos.
Ascender
por decreto.
Prender
fuego su estadio.
Quedar
en banca rota.
Tirarles
sillas a los dirigentes.
Vender
su cancha.
No
estar en primera desde el 84.
Valentín Esnal
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